Denkbilder Berlín
Jorge Battista
damme
“Aller Anfang ist
schwer” (“todos los comienzos son difíciles”), dice un proverbio alemán,
mientras las imágenes mentales (“denkbilder”) trazan los caminos de una Berlín
que con el paso del tiempo respiró y destruyó gigantes de concreto.
Un puente, un río, un
museo, se dimensionan en colores desde los soportes que expresan nuevas
pinceladas en la mano de Battista. Caminatas sin rumbos que encontraron un
punto donde descansar para retratar en postales los nuevos vestigios de una
capital antes dividida por las demencias de la guerra.
Lejos de casa, sentado
frente a los monstruos cosmopolitas, el artista recrea paisajes externos e
internos en un mapa imaginario que termina por encontrar un horizonte, una
cadencia, al regresar a tierras menos desconocidas.
Cada reflejo pictórico
es una instancia de creación, donde el mundo se detiene para admirar las
construcciones de la historia, como si fueran ajenas al ojo por pertenecer a
otro espacio que se define por sus propias reglas y deja entrever el origen de
sus cimientos. Una tierra que convierte en turista pero que se transforma en
algo más familiar cuando la obra toma cuerpo.
Conexiones en el viejo
continente, en la lejanía humana que exudan los transeúntes de lo público, vuelven
al origen. Ahora colgadas en el fondo blanco que resalta las fibras de los
pliegues, se aventuran a indicar dónde nacen y se erigen.
Como las palabras, que
dicen lo que dicen y todavía más, cada pintura invita a decodificar toda la
información que desprenden. Los detalles fluyen en el mar de matices, bosquejan
rutas berlinesas, estimulan a viajar por un rato.
La cartografía de
Battista imprime planos en el aire. Todo se conecta, sin necesidad de brújulas
para marcar trayectos. El comienzo pudo encontrar dificultades, con barreras
culturales difíciles de derribar, pero el resultado compuso zonas descifrables
del otro lado del Atlántico.
Germán
Krüger
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